
Los políticos iluminados y los fanáticos religiosos son los peores de todos, que sin dudar emplean el insulto y la fuerza física para defender sus ideales, sus formas de vida, pues tienen miedo de que los pilares donde están sustentados su día a día se caigan, se derrumben dejándolos mirando al vacío, sintiéndose ínfimos.
El caso de los políticos es incluso más especial, pues su dialéctica, su parrafada, su verborrea es mucha pero apenas dicen nada, incluso llega a darse el caso que digan cosas que no piensan. Esa es el trabajo de los políticos, hablar mucho y hacer poco.
Los periodistas son otro caso especial. Se les supone profesionales objetivos, imparciales... nada más lejos de la verdad, pues salvo casos contados todos ellos tienen impuestos por sus jefes o sus propios fieles una dirección a seguir. La degeneración de la profesión ha hecho del "todo vale" su lema.
Todos tenemos algo que decir lo malo es que los que tendrían que escuchar prefieren oirse a sí mismos.
1 Críticas constructivas:
Aquellos que no saben expresarse o simplemente tener la razón, insultan.
No es miedo, es puro egoísmo.
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