Vamos dejando las cosas para más tarde, siempre tenemos alguna excusa para escudarnos para retrasar lo que en 5 minutos podríamos hacer y terminar por todas, pero siempre lo posponemos, lo dejamos para luego. Lo dejamos para después de comer, pero después de comer nos da pereza, lo dejamos para después de la siesta, pero después surge algo, lo dejamos para tal hora, y al final del día lo dejamos para el día siguiente. Y después para el siguiente, y más tarde para la semana próxima, y así hasta que llegá el momento que hay que hacerlo por huevos porque nos hemos quedado sin tiempo y... sorpresa, un inconveniente, una urgencia inexcusable, imposible de retrasar se interpone en nuestro camino y es cuando empiezan las prisas.

Aún así seguimos dejando las cosas para otro momento. Parece que nos gusta agobiarnos. Quizá todos tenemos un Emo en nuestro interior y así nos sentimos vivos.
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