Llegando al final de Despeñaperros, se encuentra un restaurante de carretera que se podría clasificar como único en su clase. Es además de un restaurante-bar-cafetería de carretera también un museo de historia, tanto de la pasada como de la presente, sólo que cuenta la historia desde una perspectiva poco común, vamos, que deja libres sus ideales y convicciones.Solamente paramos para desayunar, un cafe y una tostada, nada más, pero nos quedamos atónitos por la decoración del lugar. La tostada estaba buena sin más, el cafe me imagino que también, así que opinar sobre la comida es imposible pero supongo que estará al mismo nivel que muchos otros restaurantes de carretera.
Pero no es la comida lo importante, lo central es el lugar mismo. Un museo a un régimen extinto hace ya más de 30 años, no muy diferente a cualquier otro lugar donde en la pared esté colgada la bandera roja con la hoz y el martillo.
El lugar estaba decorado de emblemas, fotos y recuerdos de la dictadura, también de banderas con el águila, todo lo decoraba con los colores nacionales, el rojo y el gualda. Era sin duda un sitio extraño que estaba anclado en el pasado... o no. Quizá hace muchos años el lugar era un homenaje a un ideal pero ahora me da la impresión que se ha mezclado un poco con el negocio, la explotación de una imagen. Ya os digo, un sitio curioso que visitar.
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