TODO LO QUE DEPENDA DE UNO MISMO ES POSIBLE
"Que tus labios no firmen cheques que tu culo no pueda pagar"

El indigente.

Era negro, no debía de ser mayor de cuarenta y cinco o cincuenta años. Sus pantalones estaban sucios, sus zapatos desgastados y agujereados y su larga barba, descuidada, comenzaba a estar ya cana. Al lado tenía un viejo carrito de la compra en la que amontonaba sus escasas pertenencias, un paraguas de rayas rojas, una mochila azul y varias bolsas de plástico llenas de ropa. Era un indigente.

Si lo hubiera visto en un parque, una plaza, por la calle no me hubiera extrañado lo más mínimo y posiblemente, por no decir seguro, no me hubiera fijado en él, ni siquiera recordaría habérmelo cruzado. Pero estaba en una biblioteca, sentado en la mesa de al lado, estudiando con ahínco unos libros. Nunca antes había visto un indigente en una biblioteca y francamente, me sorprendió. Se les presupone que son personas que se han apeado del tren, que han perdido el interés por cualquier cosa que tenga que ver con nuestra sociedad, con nuestros logros, con todo lo relacionado con nosotros en general… ¿o quizás no?

Estaba allí, tomando notas cuidadosamente, observando y consultando múltiples libros de gran volumen usando cómo atril un maltrecho maletín de mano. Curioso, me pregunté qué estaría leyendo. No pude evitar mirar los libros que tenía repartidos por toda la mesa. Cuando los vi, aún más intrigado me acerqué para comprobar que mis ojos no me engañaban.

Desde una estantería cercana a él, llena de libros de Terenci Moix, estaba yo, disimulando cómo mejor podía mientras hojeaba uno de los libros. Desde mi improvisada atalaya vi los títulos que leía. Ya no tenía duda. Eran todos manuales de Física, de Electrotecnia, Electrónica, Electricidad Industrial… Observé como leía con sus gafas destrozadas con una única patilla y como cogía apuntes sobre una vieja agenda, quizás del 2007, quizás de cualquier otro año, quizás de otra década mejor. No dejaba de escribir con su pequeño lápiz de apenas cinco centímetros. Y me perturbó. Su imagen parecía sacada de la mente de Clive Barker.

Ahí estaba él. Sentado en la biblioteca, con su carro lleno de andrajos apoyado sobre la mesa, estudiando con más ganas y necesidad que cualquier estudiante universitario que nunca haya visto. Sin levantar un momento la vista de esos libros, con un maletín que en otro tiempo debió costar mucho sobre la mesa, cerrado a cal y canto. No pude dejar de preguntarme el porqué de justamente esos libros, el porqué de tanto interés, qué guardaría en su maletín, en definitiva, cual sería su historia y cómo le había conducido la vida hasta allí.

5 Críticas constructivas:

EGO dijo...

Joe...

Kat, miraste el titulo de los libros, ¿no? Seguro que dentro había unas revistas guarras o algo así.

O quien sabe si estaba haciendo el estudio estructural de su futura casa de cartones, ya sabes, para que no se le caiga mientras duerme.

lind dijo...

No es tan dificil no encajar, aunque llegar a ese nivel si parece muy.... lejano a lo que conozco (o no).

Desde luego tambien me intriga que puede incitar a una persona con ese interes a terminar así....

Phidas dijo...

No lo veis, es un tio que no se deja vencer... lo perdió casi todo, pero le quedó su fuerza de voluntad para volver a levantarse.

EGO dijo...

Es pobre, esta en una biblioteca y tiene el futuro negro.

Que te crees, ¿que a él la crisis no le afecta?

Kat dijo...

ego, tus comentarios desvarían cada vez mas de la linea real.