TODO LO QUE DEPENDA DE UNO MISMO ES POSIBLE
"Que tus labios no firmen cheques que tu culo no pueda pagar"

CONVIVIENDO CON PETER PAN


Yo no se si es porque es aquella en que nací, o es que realmente es así. Sin embargo, nunca he dejado de pensar que nuestra generación tiene algo especial. Probablemente sea una fantasía, nada más, los ancianos dirán lo mismo de la suya, así como los jóvenes infantes.

Son muchos los factores que describen sintomáticamente la nuestra. Sin embargo, el común denominador que encuentro en mis contemporáneos es siempre el mismo: el Síndrome de Peter Pan. Ya saben, aquel trastorno descrito por el doctor Dan Kiley allá por los ochenta que determina una personalidad inmadura, irresponsable, dependiente, egoísta y narcisista.

Yo, como tantos otros, he sido un poco esclavo del niño que no quería crecer durante muchos años. Es más, me enorgullecía de ello. No querer pasar de los veinte. Miedo a dar un salto definitivo y perpetuo. Notar el alejamiento del grupo de amigos, que antes parecía eterno e indivisible. Ser un estudiante para siempre. Incluso a veces, cuando mi cabeza deliraba, me imaginaba actuando ante un gran público, o dirigiendo masas, o exponiendo cuadros y vendiendo ideas, soñado momentos de gloria que nada tenían que ver realmente con mis pasiones y capacidades reales. Me he aferrado, durante años, a mis recuerdos adolescentes, otorgándoles una importancia que realmente no tuvieron. He querido retomar amistades pasadas que acabaron de manera natural, con el paso del tiempo. Y aseguro que sentí un vértigo sin igual el día que firmé la nueva etapa de trabajo de mi vida, a pesar de la felicidad del momento, puesto que un camino inexplorado e indefinido se abría ante mí.

No confundamos a Peter Pan con el recuerdo imborrable de nuestra infancia, con la alegría de escuchar viejas sintonías o hablar de antiguos juguetes. Ahora que la moda retro-guay está presente en nuestras vidas, retrotraer viejos recuerdos de la época supone un ejercicio de exaltación innecesario. No nos engañemos, el Naranjito era muy cutre, y el Telesketch un poco rollo.

Y no tiro piedras solamente contra mi propio tejado. Son multitud los amigos y conocidos que tengo que se niegan a dar el paso, que parece que les da miedo afrontar un trabajo indefinido, un noviazgo, un piso en común, un hijo o cualquier elemento que suponga un salto al vacío y una estabilidad. La “pérdida de libertad” utilizada como arma nuclear e imbatible para rechazar los riesgos no es más que una montaña de sal que acaba por desmoronarse. Porque al final, inevitablemente, la fría y antipática soledad acaba alcanzándote. En este sentido me recuerda a la vieja expresión adolescente que decía “cuando estoy soltero me aburro de salir y quiero novia, y cuando estoy ennoviado, echo de menos a mis amigos”.

He pasado por épocas de crisis en mi vida. Muchos elementos danzaban por mi mente creando un caos insoportable y doloroso. Uno de ellos, y no el menor, era las constantes visitas y continuos viajes al País de Nunca Jamás. Visitas agradecidas, divertidas y maravillosas, pero que acababan por doler y destruir aspectos del crecimiento interior. Necesité de un gran trabajo personal para desarrollar la madurez emocional necesaria para afrontar mi vida, algo que, os aseguro, es mucho más fácil de obtener por alguien del sexo femenino que del masculino. Y llegado ese momento, me asaltaron tantas dudas y miedos, y me replanteé tantas constantes que parecía que el suelo se resquebrajaba a mis pies. Pero el final es siempre blanco y luminoso, y, por qué no decirlo, un final feliz.

Desde hace algún tiempo he aprendido que no basta con cerrar la ventana, es mejor dejarla entreabierta. Se puede convivir con las, cada vez menos frecuentes, visitas de Peter, y llevar en tu interior la marca de que, aunque ya no lo eres, una parte de ti seguirá siendo un Niño Perdido

2 Críticas constructivas:

Phidas dijo...

Es una reflexión muy profunda Ego, meditaré sobre ello y lo hablaremos la próxima vez que nos veamos con más detenimiento. Interesante, muy interesante...

Kat dijo...

Wendy era una pija reprimida que termino descubriendo su entrepierna a todo aquel que se la pedía.

El Capitán Garfio era un pederasta cuyo sueño era sodomizar a los niños perdidos.

Campanilla es la ilusión de los hombres por controlar a las mujeres; pequeña, manejable y su palabra no importa nada.

Peter Pan, es la mejor definición de ego que por ahora he leído.