TODO LO QUE DEPENDA DE UNO MISMO ES POSIBLE
"Que tus labios no firmen cheques que tu culo no pueda pagar"

ROL Y LA JUSTICIA MEDIATICA

¿He dicho ya que aborrezco los telediarios, y cualquier medio informativo? ¿Y he expresado contundentemente que, desde hace tiempo, dichos emisores se dedican a desinformar y manipular la opinión pública, cada vez más fácilmente maleable? Personalmente creo que Shin Chan se ajusta más a la realidad que esa cantidad de patrañas que nos venden diariamente. Se me escapa la idea principal de todo esto. Hoy vengo aquí a reivindicar una de las grandes injusticias que se han cometido en televisión durante los últimos años: las mentiras sobre los Juegos de Rol.

Se puso de moda hace unos años. Primero fue el carajote (pues hay que ser CARAJOTE) de la katana. Llega el imbécil y asesina a sus familiares al más puro estilo Kill Bill. Las primeras voces apuntaron a que la culpa la tenía un juego de ordenador, o de Play. Qué fácil y manido es echar la culpa a ese tipo de cosas, pero después inevitablemente, algún descerebrado presentador de telediarios (léase Pedro Piqueras o Matías Facha-Prats) se sale del tiesto con la inevitable puesta en duda “… se estudia la posibilidad de que pudiera estar jugando a un juego de rol”. Y a ningún telediario, ni entendidillo de tres al cuarto (léase ahora Javier Nart) les dió por tratar de averiguar si es que el chaval estaba perturbado por algo, presionado, simplemente aburrido, o (como pienso yo) era pura y llanamente carajote.

Luego vinieron los cuatro de siempre que se dedicaban a pasear por Madrid, “to wena gentes” (aborrezco esta expresión), dando palizas y quemando mendigos. Al principio todas las miradas cayeron en los grupos y coaliciones fascistas (que son y se comportan igual que los grupos izquierdistas, pero mirando para la derecha) y los famosos skin-heads, con sus botas militares, sus bombers y sus caras de palo. Entonces, de pronto, no se veían más que a los calvitos por Madrid, y daban el peor aspecto de la sociedad aterrando cada insignificante rincón de esta (la gente huía despavorida cuando aparecía el calvo de la lotería de navidad). Pero claro, de tanto quemar mendigos la noticia se fue extinguiendo, y los grupos de fachoides ya no estaban de moda. Así que algún director de telediarios espabilado, introdujo la posibilidad de que todo fuera producto de un juego de rol, y Don Matías (nada que ver con Don Mati, el profesor de Parchís) con boca torcida, anunciaba que todo había sido producto de una partida de rol.

Después llegó el cine español, para terminar de cerrar la tapa de nuestro ataud. Decimos que los americanos son tontos porque se creen todo lo que aparece en pantalla. ¡¡¡ Más tontos somos nosotros, que nos creemos lo que aparece en una película ESPAÑOLA !!! Y aprovecho para suscribir todas las mentiras que el cine español ha contado sobre la guerra civil. Yo no he visto película peor hecha e interpretada que “Nadie Conoce a Nadie”. ¿Cómo pudo Mateo Gil perpetrar semejante ponzoña? En fin, que no se si será verdad o no que a algún grupito de anormales les dió por imitar lo visto en el cine durante la Semana Santa en Sevilla, pero el caso es que “se montó la de Cristo” (nunca mejor dicho). Menos mal que yo no estaba ese día, porque me llego a encontrar una turba de sevillanos capillitas, corriendo hacia mí, con los medallones y el pestazo que gastan y a habrían terminado con mi vida. Faltaba más que todas las televisiones explotaran el hecho de que todo había sido por una partida de rol, y que la idea se había originado… ¡¡¡en la Facultad de Matemáticas!!! ¡¡¡la mía!!! Y encima decían que habían escuchado a tres alumnos perpetrar la fechoría… ¡¡¡en la sala de la planta baja!!! ¡¡¡donde se jugaba al mus!!! Demasiado surrealista para ser verdad. Durante una semana pude asistir a la absoluta desfachatez con que hacían presencia las televisiones en mi facultad, y como entrevistaban a la gente preguntando si habían oído o no algo. ¿Qué carajo van a oir, con el ruido que había en esa sala? Por supuesto siempre había algún alumno que les contaba la milonga, porque imbéciles siempre ha habido, y en la Facultad de Matemáticas abundaban a granel. Total, que durante no se cuanto tiempo tuve que aguantar en los telediarios la coña de la partidita de rol, de la Semana Santa.

Para qué contar cuando mi familia se enteró de que yo llevaba años jugando al rol. Pusieron el grito en el cielo. “Yo no se lo que es el rol, pero es algo muy malo” que decía mi madre, y “a eso del rol no hay que jugar, porque eso es de matar gente”. Ya veían a su hija y a su hermano decapitados por un katanazo que le iba a soltar sin querer cuando la tirada me saliera 1+1 pifia. Tuve que estar años ocultando el hecho, escondiéndome en las sombras para jugar. Quedábamos en pisos francos, donde nadie nos perseguía, cual resistencia francesa. Incluso, todavía, a día de hoy intento evitar el tema delante de mi familia, no por temor a sus represalias, si no por no aguantar sus voces chirriantes en mis oídos exhalando por sus bocas patrañas sin sentido, tonterías al mas puro estilo Forrest.

Y el caso es que sí, que gente anormal la hay en cualquier ámbito. El capillita Semanasantero, el futbolero redomado, el que gasta su sueldo en las tragaperras, el que pasa de su mujer y prefiere ir con los amigos al bar, el padre divorciado que compra el cariño de sus hijos con PSP y NintendoDS. Pero son socialmente aceptados como parte de nuestra idiosincrasia. Sin embargo el rol, un juego extranjero, muy alejado del fútbol y los toros, choca de lleno contra nuestra infracultura y produce el temblor en la mente de nuestras madres: “prefiero que me salga un hijo maricón a que juegue a eso del rol. Porque los maricones quieren mucho a sus madres, y los de rol las matan” proclamaba la vecina del quinto hasta que la visite un día de lluvia.

Sin embargo jugar al rol, bien entendido y llevado a cabo, no sólo es muy entretenido, sino que además es muy educativo. Potencia en extremo la imaginación del adolescente, así como las relaciones interpersonales. Sirve además para alejar tabúes y complejos, y es una buena excusa para pedirte una pizza cuatro quesos tamaño familiar. La pena es que el perfil del rolero suele coincidir muchas veces con el del inadaptado social, el clásico “nerd” gafotas que no se come un rosco. “No confundamos el tocino con la velocidad” como suelen decir las personas de a pie, pues se puede quedar una vez cada cierto tiempo, para echar una partida, reírte con tus amigos/as un buen rato, y luego a otra cosa.

3 Críticas constructivas:

Phidas dijo...

Plas, plas, plas...

Me ha encantado, mi mayor enhorabuena por tu entrada. Me siento totalmente identificado con lo expresado ¡¡¡Hasta me han entrado ganas de quedar para jugar!!!

En serio, de 10.

lind dijo...

Jejejeje que me vas a contar por aquel entonces era asiduo a la planta baja de matematicas, aunque no para jugar al mus.

Muy buen articulo Kat, toy talmente d´acuerdo contigo.

EGO dijo...

Vaya vaya vaya... yo escribo hablando de mis ganas de jugar al rol, y otros artículos fabulosos y es ella la que se lleva los alagos.

Y veo, ¿es porque soy hombre? si, seguro que es por eso.

Todos nos hemos sentidos acosados por esos hechos, destinados a ser escuchados y seguidos por aquellos que carecen de neuronas para pensar por si mismos o buscar la verdad.

En fin, buen articulo por una vez. Y que conste, no estoy celoso.

Cabrones...